Estados Unidos, China y Europa se imponen
mutuamente aranceles y amenazan con ir todavía más lejos. ¿Es solo un conflicto
o se puede hablar de guerra comercial?
En los últimos cuatro meses los medios
advirtieron de una inminente guerra comercial entre EE.UU., China y la UE.
Algunos incluso creen que tal guerra ya comenzó, con aranceles y
contramedidas de millones de dólares. La sensación de crisis es palpable y la
amenaza podría ser todavía mayor. Sin embargo, aún no existe declaración formal
de guerra ni fecha para la batalla. ¿Qué es exactamente una guerra comercial?
¿Y cómo sabemos cuándo comienza?
Definición amplia
De acuerdo con el diccionario, una "guerra
comercial" se caracteriza por la actitud de los países que, al
negociar, buscan ventajas comerciales que perjudican a otros, mediante, por
ejemplo, el uso de aranceles o restricciones. Con sus aranceles a la
importación de aluminio y acero, el presidente de EE.UU., Donald
Trump, provocó que la UE adaptase contramedidas por 2.800 millones de
dólares. También China se vio obligada a reaccionar por su parte con sus
propias medidas por valor de 43.000 millones de euros. Por lo tanto, con
tales cifras se podría decir que la guerra comercial ya comenzó. Por lo menos,
según la definición del diccionario.
Afortunadamente, la mayoría de los
economistas lo ven de otra forma y prefieren hablar de "conflicto
económico". Se convertiría en una "guerra" cuando el conflicto haya escalado
a niveles más altos. "Estados Unidos todavía está lejos de una guerra
comercial con China”, explica Heine Flassbeck, ex economista jefe de la
Organización de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD).
"Para hablar de una guerra comercial, sería necesario que hubiera una
larga lista de aranceles”, dijo Flassbeck a DW. Al mismo tiempo, las
relaciones entre los países se deteriorarían de tal forma que las contrapartes
ni siquiera negociarían entre sí.
Otros economistas tratan de evitar por completo
el uso del concepto guerra comercial: "Me interesa más saber si el sistema
comercial funciona según las reglas reconocidas o si el comercio y las
inversiones están influenciados por políticas de poder”, explica Stephen
Woolcock, del Departamento de Política Comercial Internacional de la London
School of Economics. Está claro que las relaciones comerciales
siempre son también relaciones de poder, señaló Woolcock en entrevista
con DW. Y Trump está dispuesto a usar el poder de Estados Unidos para
renegociar los acuerdos ya existentes. "Utilizar el poder para modificar
el equilibrio de la utilidad económica es peligroso para el orden establecido”,
continúa, refiriéndose a reglas como las acordadas por la Organización
Mundial del Comercio (OMC).
La OMC reconoció, preguntada por DW, que no
tiene una definición propia de guerra comercial. La organización trata de
contribuir uniformando las normas para que las disputas comerciales no terminen
en proteccionismo o, como ya ha ocurrido antes, incluso en conflictos armados.
Ante el debate arancelario, el director general de la OMC, Roberto Azevedo,
advirtió de riesgos para el sistema global de comercio. "Si los aranceles
llegan al nivel anterior al sistema de comercio multilateral, el comercio
global se reducirá en un 60% y la economía mundial bajará un 2,4%”, explica
Azebedo. La caída sería más grave que la crisis financiera de 2007/2008 y
reduciría notablemente los estándares de vida.
Lecciones históricas
Para ser consciente de cuán dañina pueden ser
una subida de aranceles, Trump solo necesitaría examinar la historia reciente
de EE. UU. En 1930, un año tras el colapso de Wall Street, el Congreso aprobó la
ley de aduanas Smoot-Hawley, con la que elevó los aranceles a las importaciones
a Estados Unidos a niveles récord, forzando a los europeos a tomar
contramedidas, con la consiguiente reducción del comercio y una escalada en la
crisis económica mundial. Actualmente, desde el comienzo del conflicto, las
amenazas de Trump son cada vez más fuertes. Entre otros, tiene en la mira a los
inversores tecnológicos chinos en EE.UU. y quiere aplicar aranceles de un
20% a los automóviles europeos, algo que pone especialmente nerviosa a la
industria alemana.
Beijing, Berlín y Bruselas anunciaron que
protegerán sus industrias clave. Así que el conflicto de aduanas está servido.
Los críticos de Trump creen que el presidente ignora las reglas del sistema de
comercio multinacional.
Por el contrario, Hans-Michael Wolffgang,
jurista de la Universidad de Münster, cree que Washington se adhiere a las
directrices de la OMC. Según el artículo 21 del Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio de la OMC, "está permitido cobrar aranceles por
razones de seguridad nacional”, explica Wolffgang a DW: "Es el argumento
que esgrime Estados Unidos”. La pregunta sería si Trump, con la aplicación de
aranceles, realmente está protegiendo a las industrias relevantes
para la seguridad de su país. Muchos observadores consideran que el
presidente estadounidense ve los aranceles como un medio para lograr
concesiones de los principales socios comerciales del país.
Trump estaría, además, intentando socavar la
autoridad de la OMC al vetar el nombramiento de nuevos jueces en el
Tribunal de Arbitraje de la organización. Según Wolffgang, la función de la OMC
como mediadora está en peligro: "Solo cabe esperar que Estados Unidos
entienda que va en la dirección equivocada y pueda reaccionar a tiempo”. Los
economistas dicen a menudo que cuando el escenario está agitado, incluidas
posibles guerras comerciales, no es posible evaluarlo hasta que no haya pasado
algún tiempo. Es decir, cuando ya es demasiado tarde. "Nadie sabe
exactamente qué efectos tendrán los aranceles”, aclara Heiner Flassbeck,
también profesor de Economía de la Universidad Hamburgo. "Hoy las vías
comerciales están muy interconectadas”, continúa, precisando que son mucho más
estrechas que en los años 30. Ni Washington, ni Pekín, ni Bruselas tienen
interés en una guerra comercial. Sin embargo, actualmente, todos ellos parecen
ir en esa misma dirección.
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